lunes, 23 de mayo de 2011

PAREJAS CON MUCHA DIFERENCIA DE EDAD

 Las parejas formadas por personas que difieren mucho en edad tienen dificultades añadidas a las de cualquier otra. Se debe ser consciente de ellas y de cómo solucionarlas.

Quince años o más de diferencia entre una persona aún joven, de menos de 25 años, y su pareja, o de 20 o más años entre una persona ya madura y su compañero / a sentimental, constituye, sin lugar a dudas, una dificultad extra en cualquier relación. Si la diferencia es de 25, 30 o más años los problemas añadidos son de tal magnitud que ignorarlos constituye una temeridad.
Este tipo de pareja no es infrecuente.

¿POR QUÉ SE DAN ESTAS PAREJAS?

-Hay quien piensa que este tipo de relaciones  tan sólo se deben al interés económico de ella, y al deseo de rejuvenecer de él. En efecto esta es una de las causas que se dan en algunos casos, únicamente en algunos. Claro que  este tipo de uniones no deberíamos calificarlo de parejas, más bien de contratos mercantiles. Se dan más entre personas de alto nivel económico y social, suelen durar cierto tiempo o simplemente hasta que  la persona más mayor, generalmente el hombre, fallece. Las aventuras extraconyugales de la persona más joven, los celos de la más mayor, y un cierto desinterés emocional compatible con una corrección en las formas son tónica habitual en estos casos.

-Hay otro tipo de parejas de edad muy distinta. Todos los hombres buscan en la relación de pareja que ella haga “un poco” de madre, de esa madre que consuela, cuidada, atiende. Todas las mujeres buscan “un poco” que él haga de padre, de ese padre que protege, satisface necesidades, y abraza en momentos de miedo y desconsuelo.
Este deseo de hombres y mujeres es perfectamente normal, totalmente compatible con un buen funcionamiento de pareja, sumamente gratificante y hasta deseable en cualquier unión, incluidas las formadas por personas del mismo sexo. Eso sí, siempre que esta búsqueda de una actitud maternal – paternal no sea constante, rígida, que sea intercambiable y no muy marcada.
Hay casos en los que la mujer no busca “un poco” a un padre sino “mucho”. El hambre de amor paterno nunca satisfecho del todo, el no haber nunca renunciado en lo más profundo a que papá sea “de propiedad privada”, sin compartirlo con mamá ni con los hermanos, lleva a un número no desdeñable de mujeres a sentirse atraídas por hombres 15, 20 ó 30 años más mayores que ellas. Al mismo tiempo existen hombres que no asumen el paso del tiempo, otros que sienten que su psicología es aún joven aunque esté encerrada en un cuerpo que ya empiece a languidecer,


Otros más que no renuncian a vivir momentos vitales anteriores que las circunstancias no les dejaron experimentar.

En otros casos, aunque menos frecuentes, es ella la que tiene 20 ó 30 años más que su pareja.
Son varios factores los que suelen estar presentes en éstas relaciones en las que él podría, por edad, ser el hijo de ella.
. El miedo de la mujer a relacionarse con hombres de su edad, a quien viven como “más peligrosos”.
. La necesidad del hombre de reeditar la etapa de cuidados maternales seguramente no satisfechos en la infancia.
. La necesidad del hombre y de la mujer de dirigir hacia personas viables sus deseos sexuales, ya que no pueden hacerlo hacia sus progenitores y descendientes (si éstos existen) respectivamente.
. El deseo de ellas de vivir la etapa juvenil en la que no quedaron mínimamente satisfechas sus expectativas vitales.


Entre este tipo de mujeres y de hombres se forman el segundo tipo de parejas con marcada diferencia de edad.

- Un tercer tipo de parejas, quizás el más numeroso, está formado por personas que reúnen todos los requisitos para sentirse atraídos: semejantes sufrimientos emocionales, distintos pero complementarios mecanismos para sobrellevarlos, esquemas similares de cómo debe ser una relación de pareja, estilos de hacer el amor compatibles... y ello con independencia de que el mayor sea él o sea ella.
Este alto grado de compatibilidad les lleva a intentar una relación de pareja estable a pesar de una marcada diferencia de edad.
Les guía en definitiva el amor, el sincero interés por el otro, la maravillosa experiencia de sentirse fundidos en una entidad llamada pareja.
Tienen derecho a vivir estas experiencias.

Casi todas ellas cometen un grave error, ignorar las dificultades añadidas que conlleva una relación con estas características.

¿QUÉ PROBLEMAS CONLLEVA ESTE TIPO DE RELACIÓN?

. La pareja es compartir. Compartir no sólo lo material, el espacio físico, la alegría o la enfermedad, sino también y quizás prioritariamente las emociones, aquello que alegra, entristece, hace vibrar a nuestro corazón, o simplemente inquieta. ¿Cómo podrá una persona de 60 años compartir con su pareja de 30 la experiencia de envejecimiento, de limitaciones físicas que la edad va ineludiblemente dando? ¿De qué forma podrá compartir lo que siente hacia sus nietos, (si anteriormente tuvo otra pareja de la que nacieron hijos), con alguien que tal vez no ha sido aún madre? Al mismo tiempo ¿cómo podrá el miembro más joven de la pareja compartir su todavía inmensa fuerza creativa y emprendedora? ¿O bien las discusiones con sus padres, cuando su pareja se sitúa mejor en el lugar de ellos que en el hijo / a como su pareja?
¿Cómo compartir la ilusión por un futuro mejor cuando a uno le queda casi toda la vida por delante mientras que el otro tiene casi toda ya vivida?
Estos son únicamente algunos de los muchos ejemplos en los que es difícil compartir la vida con alguien de muy distinta edad.

. Los celos. El manejo de esa sensación ácida de los celos, el miedo a la infidelidad de la pareja, el grado de libertad que cada uno se otorga en la relación con otras personas de sexo contrario.... es uno de los temas delicados y potencialmente conflictivos en cualquier pareja. En las de mucha diferencia de edad se convierte en un gigante que puede terminar haciendo sucumbir la relación.
El más mayor, habitualmente el hombre, suele temer la presencia de rivales más jóvenes, más atractivos, con mayor capacidad sexual. Por ello las actitudes de sabotaje hacia la persona más joven son frecuentes en algunas de estas parejas, tal como favorecer que padezca una llamativa obesidad, o reforzar su inseguridad.

. Amistades de edades y ambientes incompatibles. No se tiene el mismo tipo de amistades, ni se gusta de frecuentar el mismo tipo de ambientes a los 30 que a los 60, o a los 40 que a los 75...ésto puede privar a las personas que mantienen éstas relaciones  de la satisfacción de juntar a sus amigos con su pareja, y puede producir roces y malentendidos con las amistades del otro ya que funcionan con esquemas muy distintos a los habituales para uno mismo.

. Distintas posibilidades sexuales. La sexualidad sólo termina con la muerte, pero va cambiando con el paso del tiempo. Las mujeres suelen estar en el máximo de su potencial sexual, de su capacidad para disfrutar de tocar y ser tocadas, en torno a los 38 años. Su deseo, sus orgasmos, la capacidad para liberarse de miedos… están en su punto álgido. Si su pareja tiene alrededor de 65 ó 70 años seguramente tiene un impulso sexual mucho bajo. Un hombre de esta edad suele tener una necesidad sexual  claramente menor que cuando estaba a punto de cumplir los 40. La necesidad de estimulación para alcanzar una erección suficiente está considerablemente aumentada, el período que necesita para reponerse tras un encuentro sexual antes de poder tener otro ha aumentado considerablemente, sus posibilidades mecánicas para ciertas posturas y juegos pueden estar muy mermadas...
No son inconvenientes insalvables, especialmente si la pareja no cae en el habitual error de reducir su sexualidad a la simple penetración. Pero no cabe duda de que tendrá dificultades añadidas a las de otras parejas sin tanta diferencia de edad.

. Rechazo de las familias. Con razón o sin ella es frecuente que tanto la familia de la persona más joven como la de la más mayor, no vean con buenos ojos este tipo de uniones. De no lograr que reconsideren su postura será un dolor para cada protagonista el no poder gozar de la dicha de que su pareja y su familia se encuentren satisfactoriamente, que sus dos pilares afectivos estén “en paz”.  Por otro lado le será difícil a una mujer pongamos de 25 años, poder conectar con cuñados y cuñadas, que pueden hasta triplicarle la edad, o por poner otro ejemplo relacionarse con los hijos de su pareja que pueden ser de su edad y aún mayores, pero ante los que juega un rol muy particular.

Rechazo familiar, dificultades sexuales añadidas, incompatibilidad de ambientes y amistades, celos, incapacidad para compartir experiencias vitales, etc. son dificultades añadidas e importantes.

¿De qué manera enfrentarse a estos problemas?

Ante todo y sobre todo siendo muy conscientes de que existen, todo lo contrario de lo que se suele hacer. Ocultar un problema, no hablarlo, adoptar posturas que tienden a negar la evidencia, no sólo no contribuye a sobrellevarlos sino que es el requisito para que antes o después desborden a sus protagonistas. Tanto en su formación, como de cuando en cuando en la convivencia, las parejas con mucha diferencia de edad deben pararse y revisar cada uno de estos apartados, u otros que en su caso concreto supongan dificultades.

(Un vivo interés por las cuestiones del otro, aún cuando por la propia edad esas cuestiones “queden muy lejos” en la experiencia vital actual, será imprescindible, pero sin por ello caer en el autoengaño de creer que pueden ser vividas como propias cuestiones que sólo se pueden vivir con emoción cuando la edad y las circunstancias acompañan para ello. Por ejemplo, a los 35 años se podrá escuchar y tratar de entender, (pero nunca creer que se vive plenamente) la triste sensación de la persona de 70 años de que los lugares físicos y las costumbre y valores que tuvieron vigencia en su juventud van desapareciendo inexorablemente.)

Una especial generosidad de cada uno para adaptarse al ambiente, a las amistades, al estilo del otro, es imprescindible. También habrá que aumentar el grado en que cada uno da “permiso” al otro para hacer actividades y frecuentar ambientes que le son propios y difícilmente compartibles con la pareja, (no hacerlo así supondría que alguno de ellos renunciase a compartir con otras personas los valores y costumbre propios de su generación y la pérdida de amistades. En definitiva la aparición de insatisfacciones emocionales de las que antes o después, consciente o inconscientemente se acusaría a la pareja)

Aprender a satisfacer sexualmente al otro siguiendo sus esquemas, su ritmo, y sus preferencias, alternando los estilos y las concesiones.

(Lo primero que tendrá que hacer cada uno será informarse de las particularidades que conlleva la edad de su pareja, así por ejemplo un hombre de 60 años, necesita una mayor estimulación, y más directamente aplicada a su pene, que un hombre de 30, para lograr una buena erección. Una mujer que ha sobrepasado la menopausia puede requerir lubricación vaginal artificial, cosa que no ocurre con las mujeres de mucha menos edad. O cualquier persona de uno u otro sexo puede tener dificultades anatómicas para realizar el amor en determinadas posturas que no le resultaban difíciles con la edad que tiene su actual pareja.)
(Por otra parte aquello que sexualmente es ampliamente aceptado en la generación joven actual, por ejemplo el sexo oral, puede ser tabú para muchas personas que pertenecen a una generación anterior), (el diálogo, la comprensión, cierta renuncia y un progresivo acercamiento a las costumbres del otro son, en todas las parejas pero especialmente en las de mucha diferencia de edad, algo imprescindible)

(Por otro lado el miembro más joven de la pareja debe dar al de más edad una especial seguridad afectiva, dejarle claro su amor, señalarle cuántos motivos tiene para quererle. Esta es la mejor forma de reducir el miedo que provocan los rivales más jóvenes, es decir, los inevitables celos.)


RECORDATORIO:

. No juzgues como “interesada” a cualquier relación de este tipo, en muchas de ellas también existe el amor.

. Jamás dejes de lado las dificultades extras en este tipo de relación. Conocerlas y aceptarlas es empezar ya a dominarlas.

. En caso de fuertes dificultades un experto en temas de pareja puede ayudarte.

ESTEBAN   CAÑAMARES
PSICÓLOGO CLÍNICO Y SEXÓLOGO
COLEGIADO  M-09659
MADRID

miércoles, 11 de mayo de 2011

RELACIONES CON LA FAMILIA POLITICA

RELACIONES CON LA FAMILIA POLÍTICA

A lo largo de nuestra vida, se van incorporando a nuestra familia una serie de personas que hasta ese momento poco o nada significaban para nosotros, pero con los que podemos llegar a compartir muchos años de trato y convivencia y a veces también muchos conflictos.

Me refiero a la llamada "Familia Política" o como yo prefiero decir los "Nuevos Familiares", suegros, consuegros, cuñados/as, yernos y nueras.

Naturalmente es de desear que las relaciones con estos nuevos familiares sean cordiales y exentas de tensión, pero desgraciadamente no siempre es así, por lo que puede ser conveniente que hagamos un breve repaso a los motivos de fondo que subyacen a los conflictos más frecuentes.

No es raro encontrar en las relaciones suegros-yernos/nueras que en aquellos existan fantasías de "robo" del hijo/a sobretodo si se trata de un hijo único y especialmente en el padre de sexo opuesto.

Cuando el futuro yerno o la futura nuera son tratados por sus futuros suegros con una enorme y desbordada cordialidad ya desde el primer momento, (se les hacen confidencias familiares, se les trata como a un hijo/a más, etc.), podemos estar ante el preludio de futuros rechazos y desavenencias graves, ya que tal vez lo que está pasando en realidad es que no se tiene asumida la "salida" del hijo/a y por ello se intenta incorporar al yerno o a la nuera a la propia familia para en el fondo evitar el "perder" al retoño.

Por otro lado podemos encontrarnos con que los suegros son tratados por el yerno o la nuera como "padres-sustitutos", tal vez por desapego afectivo de los verdaderos padres o por fallecimiento temprano de estos, con lo cual se traslada a ellos la conflictividad no resuelta con los progenitores o se tienen falsas expectativas de amor padres-hijos que antes o después resultan frustradas.

Como resultado de las observaciones anteriores, cabe dar varios consejos de cara a evitar los conflictos y aumentar el gozo que podemos tener con estos familiares:

     1) Hemos de ver a los yernos y nueras no como un hijo/a más ni tampoco como a un intruso/a, sino como a un nuevo tipo de familiar con el que habremos de aprender a tratar, lo cual nos llevará un tiempo.

     2) Los suegros no son ni padres "bis" ni tampoco "competidores afectivos".

     3) Tendremos que acostumbrarnos a que nuestras normas han de funcionar en nuestra casa y nuestros asuntos, pidiendo respeto para ellas a nuestros nuevos familiares, dando el mismo respeto para sus normas en lo relativo a su casa y sus asuntos.


En cuanto a las relaciones entre consuegros, hay que decir que la principal causa de conflictos está en la rivalidad entre ellos, y la fuerte lucha que se suscita para conseguir que la pareja y aún más los nietos pertenezcan al propio clan familiar.

Esta rivalidad suele ser máxima en dos momentos cruciales, por un lado al inicio de la convivencia de la pareja (¿Quién les visitará más veces? ¿A quién telefonearan con más frecuencia? ¿Quién les "aconsejará" más sobre como funcionar? etc), y por otro con la llegada del primer nieto, especialmente si se trata del primer nieto para ambas familias (¿A quién se parece más el niño? ¿Que abuela aconsejará sobre la forma de alimentarlo? ¿Quién le trata con más mimo? etc ).

Indudablemente en estos momentos es necesario que la nueva pareja sepa mantener asertivamente el control de la situación, disfrutando del encuentro con todos pero no permitiendo que sus asuntos sean campo de batalla entre las dos familias.

El caso más frecuente es el de que sea la familia de la mujer quien logre estar más presente en la vida de la pareja, y para que esto sea así parecen colaborar inconscientemente tanto hijos como padres como suegros, algo así como si trabajaran para que se produjera algo que de antemano se da por hecho que acontecerá.

El consejo es fácil:

No hay necesidad de ser amigos de los consuegros (tampoco hay inconveniente), pero sí es necesario tratarse cordialmente sin entrar en competencias por, ni a través de, los hijos.

En lo referente a las relaciones entre cuñados/as hay que destacar el hecho de que frecuentemente se utiliza un doble rasero a la hora de medir y enjuiciar a los hermanos/as y a los cuñados/as, de manera que todo aquello que no nos gusta de la pareja se lo solemos achacar al cuñado o cuñada, sin darnos cuenta que la pareja es co-responsable de casi todas las grandes decisiones: como educar a los hijos, asistir o no a una celebración de nuestra familia, ofrecernos o no su hogar, etc. etc.

El deseo de proteger al propio clan familiar de toda critica y los deseos de acaparar afectivamente a los hermanos, están detrás de muchas de estas actitudes.

Además es fácil que los nuevos familiares jueguen el papel de chivos expiatorios en los asuntos conflictivos de la familia, "La culpa de que no tengamos al abuelo en casa es de mi cuñada porque hay que ver como es" puede ser una forma de salvar el honor y la unión familiar entre hermanos que tal vez tengan las mismas razones o las mismas sinrazones para no tener al padre anciano.

Pero se trate de relaciones entre suegros-yernos/nueras, o entre  cuñados/as, o bien entre consuegros, lo que es evidente es que debemos encontrar nuestro sitio en la nueva relación que se establece, y que este encontrar nuestro sitio requiere de tiempo y práctica, tanto para nosotros como para los demás; y que tanto se trate de entrar en una familia, como de recibir dentro de la nuestra a un nuevo miembro, debemos de actuar de una manera asertiva, es decir defendiendo nuestros puntos de vista, nuestras costumbres, nuestros valores, pero al mismo tiempo sin imponerlos a los demás y respetando sus propios valores, costumbres y puntos de vista.

Y cuando a pesar del esfuerzo y del tiempo invertido la relación no sea fluida, más vale  hablar francamente del problema que no permitir que exista una crisis larvada que a lo largo del tiempo no va ha hacer más que ir creando un clima de recelo y de falta de espontaneidad; llegado el caso debería ser posible exponer abiertamente quejas del tipo:

     ¡ Me desagrada que tus padres ridiculicen a los míos !

     ¡ La forma en que mi hermano y yo nos tratamos es cosa nuestra !

     ¡ No veo bien que en mi casa me digas como debo hacer las cosas !

    
En cualquier caso estamos ante unas relaciones humanas que nos interesa cuidar, ya que para bien o para mal habremos de compartir con estos nuevos familiares un sinfín de acontecimientos vitales de los que seremos coprotagonistas, y además la vida de nuestros seres queridos está inevitablemente unida a ellos.


ESTEBAN CAÑAMARES MEDRANO
PSICÓLOGO CLÍNICO Y SEXÓLOGO
COLEGIADO M-09659
MADRID

domingo, 1 de mayo de 2011

HOMBRES MALTRATADOS

Vaya desde las páginas de este libro nuestra más absoluta condena de los malos tratos que infinidad de hombres inflingen a las mujeres. Palizas, asesinatos, desprecios a la mujer, violaciones, y todo tipo de comportamientos similares hacia la esposa, novia, o hija, merece nuestro más firme rechazo y la intervención contundente de la ley.

Pero una postura totalmente en contra de lo anterior no debe impedir que veamos y critiquemos algo que socialmente apenas es reconocido: los malos tratos, generalmente psicológicos, que algunas mujeres inflingen a sus maridos.

Situación 1

“Llegué a casa cansado, además estaba preocupado con lo que había oído sobre la reestructuración de plantilla en la empresa, pero mi mujer se empeño en que como no estaban nuestros hijos debíamos tener relaciones sexuales... no tuve erección... éste problema cada vez va a más” “Siempre desea sexo justo cuando más cansado y preocupado me ve”


Situación 2

“Estaban mis dos hermanos y mis cuñadas en casa por que era mi cumpleaños. Mi esposa ridiculizaba mi sueldo, no hacía más que compararlo con el de su hermano que trabaja en la misma empresa que yo. Además siempre que me habla lo hace con un tono que parece indicar que soy tonto.”

Situación 3

Una pareja compra en el mercado del barrio, el hombre apenas interviene pero cuando lo hace es sistemáticamente contestado por la mujer en tono de reproche y para criticar lo que él ha dicho. Este estilo de referirse a él  en público se repite día tras día, en todas las situaciones, ante todo tipo de personas. Constituye un mal trato psicológico.


Estas son sólo tres situaciones, tres botones de muestra, fácilmente observables al menos las dos últimas, que constituyen la realidad lacerante de muchos varones emparejados.

Quizás alguien al leer los párrafos anteriores piense algo así como “pues que no se dejen”, pero esto sería tanto como disculpar los tortazos o los insultos a la esposa sólo por que ella no es capaz de defenderse eficazmente en situaciones en las que sí se defenderían eficazmente otras mujeres.

Tanto hacia hombres como hacia mujeres se da lo que se ha dado en llamar acoso moral, es decir, una sistemática disminución de autoestima, un trabajo constante para que la persona dude de si misma, una infravaloración sistemática que llega a hundir a muchas víctimas no capaces de darse cuenta a tiempo y de rebelarse eficazmente ante esta situación.

Así algunas señoras “trabajan” activamente en provocar disfunciones sexuales en el compañero. Los métodos para ello son variados y fáciles de poner en marcha. Reclamar relaciones sexuales justo cuando observan menor deseo o mayor cansancio en el esposo, pedir posturas coitales que requieren la mejor erección justo cuando se observa que ésta es menor, comparación con antiguos amantes mas duchos en el terreno sexual, etc. son métodos casi infalibles para provocar impotencia o falta de deseo en un hombre emparejado.

En otras ocasiones observamos que la esposa rebate por sistema cuanto diga el cónyuge, señala con aspereza lo torpe que es, le compara con personas de manera y en temas que salga sistemáticamente mal parado... poco importa que al poco rato ella opine lo que él opinó y por lo que se le criticó, igual da que el esposo tenga cualidades en las que destaca por encima de las personas con las que se le compara para que disminuya un poco mas su autoimagen.

Calzonazos, soso, falto de carácter, dominado,... son calificativos que a veces reciben este tipo de hombres que no son mas que víctimas de una mujer cruel. Es como si a esas mujeres que son continuamente vilipendiadas por sus parejas, que son dominadas y maltratadas por sus compañeros aún sin que nunca hayan recibido el más mínimo maltrato físico las calificaramos con adjetivos similares aunque en femenino.

El que algunos hombres se comporten con sus compañeras sentimentales de esta repugnante forma no justifica que no seamos capaces de ver y de denunciar los casos en los que la víctima es el hombre y el verdugo la mujer. En nuestra opinión los malos tratos psicológicos de mujer a hombre son tan frecuentes, aunque mucho mas negados, como los de hombre a mujer.

ESTEBAN CAÑAMARES
PSICÓLOGO CLÍNICO Y SEXÓLOGO
MADRID 

domingo, 24 de abril de 2011

ATAQUES DE ANSIEDAD

Algunas personas, tienen la desagradable experiencia de sentir que casi de repente y sin causa que lo justifique, al menos aparentemente, son presas de una gran angustia que se manifiesta tanto a nivel fisiológico como psicológico.

En el aspecto fisiológico son típicos los siguientes síntomas:

     . Taquicardias

     . Vértigo

     . Sensaciones de ahogo

     . Oleadas de calor y frío

     . Temblores , etc.

Mientras que a nivel psicológico son habituales estos síntomas:

     . Miedo (incluso miedo de morir )

     . Sentimientos de volverse "loco"

     . Sensaciones de pérdida de control, etc.

Estos ataques que duran unos minutos ( raramente horas), son lo bastante intensos como para que la persona desarrolle un miedo anticipatorio  a los mismos, y procure no estar sola o lejos de casa.

Se trata de un trastorno más frecuente en mujeres que en hombres, y que se da principalmente en adultos jóvenes.

Aunque cada caso debe estudiarse individualmente, en general podemos decir que en la base de este problema, existe un cierta predisposición genética junto con angustias inconscientes de separación de figuras afectivas, o con otras temáticas.

El correcto abordaje de este trastorno, puede llegar a requerir la colaboración del médico psiquiatra y del psicólogo. El primero debe hacer un correcto diagnóstico diferencial, pues algunos trastornos físicos como por ejemplo el hipertiroidismo pueden presentar síntomas similares, y posiblemente recetará algunos fármacos que será prudente administrar durante al menos 6 meses incluso en ausencia de síntomas; (nunca debemos automedicarnos).

Durante este período se debe desarrollar la psicoterapia para que juntos, psicólogo y paciente, descubran qué es lo que en el fondo asusta al paciente, cuál es la fantasía, el miedo, el recuerdo... que provoca el disparo del mecanismo de alarma que es la ansiedad. La resolución del problema se da en el 85% de los casos.

                  ESTEBAN CAÑAMARES MEDRANO
                 PSICÓLOGO CLÍNICO Y SEXÓLOGO
                    COLEGIADO Nº M-09659
                            MADRID

FALSOS HOMOSEXUALES

En algunas ocasiones, especialmente en personas jóvenes, se instala la duda de si la inclinación sexual es heterosexual o homosexual. Se trata de una duda casi universal, es decir que todos la hemos podido tener en un momento determinado. Pero el tiempo y el contacto con los demás suele dejar pocas dudas, de manera que la persona tiene claro si lo que despierta sus deseos sexuales son los hombres o las mujeres. Asunto resuelto.

Pero otras veces la persona va cumpliendo años y no obstante la duda sobre sus inclinaciones sexuales no sólo no se va despejando, sino que se hace más y más agobiante, torturante. Esta duda puede convertirse en el problema central de ese hombre o de esa mujer, que puede además limitar sus relaciones humanas.

Cuando los profesionales profundizamos en estos casos solemos encontrar dos cosas, o bien una inclinación homosexual (masculina o femenina) que no se termina de aceptar con naturalidad, o bien, y más frecuentemente, un motivo inconsciente para torturarse, para castigarse por supuestas culpas, y una justificación para no lanzarse a la vida: decidir, emanciparse, relacionarse con el sexo opuesto. Dicho de otra manera a veces la angustiosa duda sobre la inclinación sexual no es más que una forma de torturarse y de no volar.

El profesional, en cualquier caso, deberá aumentar la auto confianza de esa persona, prepararle para que encaje con naturalidad las perdidas de prestigio y de cercanía familiar que sufra, (ya sea por declarar su condición sexual o por lanzarse a la vida), ayudarle a que enfoque sus asuntos de manera menos exigente y menos culpabilizadora, facilitarle que vea el significado de sus dudas...

Esteban Cañamares
Psicólogo y Sexólogo
Colegiado M-09659

viernes, 22 de abril de 2011

ME CUESTA RELACIONARME

Es una experiencia cotidiana el que no todas las personas tienen el mismo deseo ni la misma facilidad, ni igual éxito, a la hora de relacionarse con los demás, y posiblemente te hayas preguntado porqué, pues bien veamos algunos de los factores que pueden provocar estas variaciones:

. Por diferencias en la dotación genética

Tenemos que acostumbrarnos a que al igual que por motivos de herencia genética no somos iguales en el color de los ojos, en la estatura máxima que podemos alcanzar, en la sensibilidad al frío o al calor, o en la cantidad de horas de sueño que necesitamos para llevar una vida normal, tampoco somos iguales en la necesidad que sentimos a la hora de buscar estimulación en el contacto con los demás, sencillamente porque algunas características de nuestras neuronas varían de unos a otros, o dicho en palabras más conocidas cada uno tiene un nivel distinto de Introversión.

Pero dicho esto también hay que decir que como en tantas cosas y sobre todo cuando hablamos de aspectos de comportamiento humano los genes no tienen la última palabra y hacen falta otros muchos factores para determinar el grado de sociabilidad de una persona.

.Por lo que ve la persona desde su más tierna infancia

Imaginemos a dos niñas pequeñas que son conducidas por sus respectivas madres hacia su hogar, y que mientras que la madre de una de ellas acelera el paso al observar que se acerca una conocida y finalmente pasa un rato tenso al ser alcanzada por la misma, la otra observa como su madre detiene el paso para encontrarse con su conocida y como disfruta de una breve charla con esa persona que conoce. Si situaciones como esta se mantienen debido al carácter de los progenitores ¿Cuál de las dos niñas tenderá a ser más sociable en el futuro?, la respuesta es fácil, con lo que ya tenemos otro de los factores que influyen en el grado de sociabilidad.

.Por las consecuencias de sus primeros intentos

Podemos seguir con el ejemplo de las dos niñas que imaginábamos en el apartado anterior. Supongamos que una de ellas recibe ante sus primeros intentos de relación con las amigas, (tal como el acercarse a otro niño en un parque, o una primera llamada telefónica, o una primera invitación para que la amiga venga a su domicilio, o simplemente el darse un abrazo al encontrarse en la calle con una compañera de clase) la crítica o al menos la "cara larga" de la madre o persona encargada de cuidarla (porque hay que tener cuidado con los extraños, el teléfono es caro, la casa se mancha, y no se puede perder el tiempo en abrazos), mientras que la otra recibe el aplauso y la sonrisa de sus mayores ( porque ¡que bonito es hacer amigos!, ¡para eso está el teléfono!, ¡como me gusta que traigas amigos a casa!, ¡como me gusta que disfrutes con tus amigas!).
Sin duda es fácil imaginar cual de las dos niñas aprenderá a ser más sociables, y ello gracias a las buenas consecuencias que para ella a tenido el intentar estrechar lazos con los demás, nada más y nada menos que el refuerzo, o dicho de otro modo, el regalo de la aprobación de sus mayores.

. Según el nivel de autoestima

Cuando una persona tiene de si misma la sensación de que vale poco, de que no es digna de interés para los demás, de que tiene poco que ofrecer a quienes le rodean, entonces, tiende a aislarse, a no intentar el contacto con los demás, a no correr el riesgo de ser rechazado pues esto es una de las experiencias humanas más dolorosas. Mientras que quien tiene la sensación de ser valioso, de tener cualidades dignas de aplauso por los demás, de ser digno del abrazo y la sonrisa de los otros, no se priva de ese placer de relacionarse con quien le rodea, ¿porqué si tiene la sensación de si mismo de ser valioso y por tanto la sensación de que va a ser aceptado? Tenemos así un cuarto factor que determina el grado de sociabilidad de una persona.

SI QUIERES MEJORAR TU CAPACIDAD DE DIALOGO CON LOS DEMÁS AQUÍ TIENES ALGUNOS CONSEJOS:

. Es fundamental que expreses deseos, y no solo ideas, "Me da miedo que...." "Qué ilusión me haría...." "Me produce mucha rabia el que...."  "Qué satisfacción me produjo... " son frases que debes de practicar.

. Con tu gesto trasmite a tu interlocutor el interés que tienes por lo que dice y lo que te agrada su compañía.

. No olvides señalar lo que de positivo ha hecho o dicho la otra persona.